Desde el armario

Monstruo de la oscura sombra, que ocultas tu dolor bajo un manto de tinieblas. ¿Dónde quedo tu corazón de hombre? La bondad de nuestra especie se ha borrado de tu faz, sólo sos una parte efímera de tu pasado.
El tiempo ha dejado huellas inexorables en tu ser, tus miedos se han convertido y te han convertido. Engendro que vives en la tenebrosa oscuridad, ¿a qué le temes? El mundo ha cambiado, casi todo es luz. Tú, sin embargo, sigues atrincherado en el recuerdo de los menores, los demás ya te hemos olvidado.
Cuéntame que apena lo que queda de tu alma. Tus temores pueden acudir a mí y yo perder el rumbo, accediendo al sendero sin retorno de tu perdición. Seríamos iguales nuevamente. Dime, adefesio, las cosas que te alejaron del seno del mundo y del amor. Nuestra madre prepara pesadillas para algunos y otros sólo viven sueños. La desigualdad es algo que va más allá del bien y el mal, está en todo.
Fenómeno de la naturaleza, seguramente sabes secretos inconclusos de mundos diversos. Debes estar cerca de Dios, en un vacío, puesto que la Nada y el Todo son la misma cosa. Tú no necesitas de un agnosticismo, pues lo inalcanzable no existe en tu universo.
El sendero que recorriste desde tu origen es una incógnita, puesto que ni tú la recuerdas. Has descubierto una triste realidad: al intentar evitar algo, adelantas su llegada. ¿Dime, monstruo que vives en la sombra, alguna vez has amado? Y de ser así ¿cuánta culpa tiene el amor, de tu martirio?