Su imagen se difuminaba
en la corriente oscura
del arroyo.
El hilo de agua se perdía
más allá de las construcciones,
de las montañas,
de su vida.
Un puñal de muchas curvas
que arrastraba los desechos
de innumerables historias.
También los suyos,
que desaparecían
como la arena de un reloj roto
o las gotas de una clepsidra sin fondo.
Se derramaban sus sueños
y también sus esperanzas
hasta que la corriente le trajo
la imagen difuminada
de alguien que lo miraba.