No se conocen las causas
de las derrotas inesperadas
a manos de los más tristes enemigos.
Si al luchar mucho tiempo contra algo
nos terminamos pareciendo
al objeto de nuestro odio,
qué quedará para el mañana.
Cuántas veces seremos el resultado
de lo que no queremos
y nuestros sueños
se derramarán sobre la almohada.
La mancha que dejen
no podremos verla,
pero supondremos que es grande
y horrible.
Canta nuestros pesares un ruiseñor a lo lejos,
como en libro viejo,
pero no lo escuchamos,
pero no lo leemos.
Se guarda alguien
nuestro último beso,
mientras las campanas suenan
fuera de nuestro alcance.
Un día,
libres seremos de nuestras cargas,
hoy apelamos a las piernas fuertes
y a la esperanza de que al anochecer
el mundo se renueve por completo.
¿Serán las dudas la causa de mi congoja?
¿Será la congoja la causa de mis dudas?
Las disyuntivas me consumen,
como la vida al niño,
como el reloj a los minutos.