Todo don es una carga,
que nos arrastra
como una roca atada al cuello
a las profundidades del mar
que es eterno
y a veces también brilla.
Hace tiempo se ha dicho
que las batallas se pierden
antes de su inicio,
no nos restan ya motivos para seguir.
Entonces es cierto,
todo lo comentado,
el perfume de flores baila en el aire
y las palabras comienzan a escasear.
Un vago dolor en el pecho
impide la entrada de aire
y parece que se escuchan
ruidos de explosiones.
Uno de los dos habla,
cuál no importa,
pero dice que los abismos
aumentaron demasiado
como para intentar construir un puente
y todo ha de derrumbarse.
El resto se pierde,
ya nada importa,
más allá de alguna sombra
que se prolongue
como el vestigio cruel
de algo terminado.
No es fácil matar a un hombre,
estamos hechos para resistirnos
a la muerte hasta nuestro último
suspiro de vida.
Sin embargo,
me desangro gota a gota
y es mi sangre
el contenido de la clepsidra.
Tal vez mañana el tiempo se apague,
no es necesario esperar
mucho para que un corazón estalle.
Aunque como sabemos bien,
eso solo mata en las novelas
o en algunos viejos libros.
Hemos de mantener la frente bien alta,
por si nos vemos desde la vereda contraria.
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