Muertes evitables

No me sorprende que
algunas cosas simplemente pasen
y nadie pueda de evitarlas.
Por pereza o apatía,
indiferencia o negligencia
el agua que es la vida
inunda rápidamente nuestra guarida
hasta ahogarnos.
Nada podemos hacer
ante la inevitable realidad
de apagarnos con el día.
Pero no es nuestro único pecado,
están también esas otras muertes
que no evitamos y que quizá estaban
a nuestro alcance su panacea.
El sol en el poniente,
hay palabras que no supimos decir
antes de la solitaria noche
como espada en el cuello.
Añorar el principio siempre es otro problema,
porque es el prólogo del final de una historia,
es entender que todo se está terminando.
No sentirse mal
luego del pedido de ayuda
de un desconocido
y su respectiva negación.
Esconder los gustos o sentimientos
para evitar el juicio de terceros,
cayendo en un pozo de engaños.
Mentir.
No ser capaz de amar libremente,
por miedo a sufrir después,
sufriendo hoy.
Tener planes eternos
y nunca intentar ponerlos en práctica,
viendo el tiempo discurrir
por nuestras manos.
Vamos a tener una sola muerte,
eso es seguro,
pero llegaremos a ella
después de reiteradas muertes
que pudimos evitar.

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