No me inspiran las lágrimas
de los ángeles te dije
mientras llorabas
e intentaba inútilmente
consolarte.
Mis palabras se escapaban
de tus oídos
que sostenían el eco
de otra boca.
Mientras mis manos
cubrían tus hombros
y mis ojos intentaban
distraer los tuyos
una secuencia
que me era ajena
se repetía
hasta el hastío.
No es raro
que alguien se odie
por no poder ser
la luz o la sombra
de un corazón que ama.
Un deseo le pedí a mis estrellas
y es que tu nombre estuviera
para siempre grabado en ellas.
Pero el mío,para vos,
casi no existía más allá
de la tibia amistad
de mi palma calidad
sobre tu rostro helado.