Confesiones al atardecer

Quizá no dures por siempre,
pero hoy quiero creer
en la eternidad de tu esencia.
Contigo no hay derrotas,
pues las batallas no tienen importancia.
Tú eres esa utópica victoria,
panacea para mis males.
Puedo decir que mi vida
no comenzó cuando nací
sino la primera vez
que tus labios me encontraron.
Ojalá nunca tenga que marcharme
con mis quimeras
a mis cuarteles de invierno
y así dejarte,
aunque sea un instante.
Pero sabes que es cierto
que ya no podría,
tuya es hace mucho
una parte mía.

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