Hay tantos días lindos en un año,
tan llenos de luces y sentidos.
En los cuales una caricia
es la alegría de saberte cerca
y poder pensarte, sentirte, besarte, hablarte, mirarte.
Hay tantas cosas buenas en la vida
que parece rebalsar de ellas.
Están las flores que te quedas mirando
cuando regresas por la tarde a tu casa.
Ese auto que tanto te gusta,
la casa amplia y fresca de tu familia
y el color de esa cama,
que no es ni la más linda ni la más nueva,
pero que es el templo de tus sueños,
el guardián de tus esperanzas.
Pero todavía estás pensando
en aquellas cosas no tan lindas
y en esas personas que ya son tuyas
porque las has perdido.
Aún te falta algo,
aún buscas debajo de la cama
o detrás de la puerta al volver a tu casa.
Pero no hay nada, ya no hay nada.
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