SÉ que he perdido tantas cosas que no podría contarlas y que esas perdiciones, ahora, son lo que es mío. Sé que he perdido el amarillo y el negro y pienso en esos imposibles colores como no piensan los que ven. Mi padre ha muerto y está siempre a mi lado. Cuando quiero escandir versos de Swinburne, lo hago, me dicen, con su voz. Sólo el que ha muerto es nuestro, sólo es nuestro lo que perdimos. llión fue, pero llión perdura en el hexámetro que la plañe. Israel fue cuando era una antigua nostalgia. Todo poema, con el tiempo, es una elegía. Nuestras son las mujeres que nos dejaron, ya no sujetos a la víspera, que es zozobra, y a las alarmas y terrores de la esperanza. No hay otros paraísos que los paraísos perdidos.

Míos son los sueños que tuve y que guarde. Las cartas que no entregue. Los cuentos que escribí para retratar a las personas. Me quedan las ilusiones no cumplidas, los besos no dados y los abrazos robados. Tengo el deseo de lo maravilloso, de lo fantástico. Tengo grabado en mi Iris la imagen de tu cuerpo y tu sonrisa, la del día en que me dijiste adiós y pasaste a formar parte de todo lo que es mío.

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