Amiga, te marchas sin más, sin siquiera cerrar la puerta. Queda en la mesa esa taza de café que nunca terminarás y en mi corazón la sensación de vacío final. Vacante quedará tu lugar. Qué más importa, yo no lo sé. Comprendo entonces los versos de Benedetti, miró el río y tiemblo frente al tiempo, que me verá morir.
Es la rosa, de la foto, sobre tu cabello el único recuerdo real que quedará en mi memoria. Todo lo demás ya es historia. No existirán las charlas eternas, los gestos de compromiso y de cariño, la sonrisa ante el infortunio.
La puerta aún vibra, con mi portazo, y yo vibro. Se terminarán las palabras de Borges, sobre que la amistad no tiene frecuencias, porque no existirá la amistad. El frío de la solitaria habitación impide que me concentre en lo demás.
Todo finaliza, porque el más escaso de los bienes, el tiempo, Cronos, no perdona. Tirano Rey, algún día también encontraras tu Teseo al final del laberinto y tal vez ya lo estés esperando. O peor, nunca terminará tu imperio, pero si nosotros desaparecemos, nada ni nadie conocerá tu existencia y ese será tu castigo. Como el mío, pasar la vida en soledad, sin esa amiga, sin este deseo.
Despedida alternativa