¿Cuánto queda de niña en esos ojos, color musgo, que el tiempo ha templado y mi recuerdo ha borrado? Ese laberinto que no se puede ver, donde escondes tus secretos, mujer, mi alma de desesperanza inunda y zozobra mi pesar.
Las sombras acongojan tu pecho y se escapan las estrellas de tu cielo nocturno. Sé que me añoras, en tus tinieblas, o quizá a los demás, a los otros que comparten mi destino: ser parte de tu historia. Nunca son pretéritos los sentimientos.
Belicosa belleza, ocultas un gran secreto. Tras tu velo de misterios y tus alhajas de negativas, esa figura altiva está cautiva. Tu sacro hermetismo es seguro conmigo, pues no revelare el acertijo con el que esperas, cual esfinge de Tebas, a tu próximo amor.

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