Algo se ha roto en la cocina, puedo oírlo. Una copa, un plato o un recuerdo, no puedo saberlo. El límite de nuestros sueños somos nosotros mismos. No nuestros recursos, no nuestros talentos, nosotros mismos.
Nadie quiere pagar el precio del éxito ni el de la felicidad, siempre son el fracaso y la desgracia. Pero la vida no es lo que queremos sino lo que hacemos con lo que nos toca, no hay Destino ni Dios para decirnos qué hacer, pero sí para inspirarnos.
Nuestro infierno está en la memoria, el paraíso también. El Edén siempre estará con Eva, en el desierto o en el mar. El futuro nos ofrece respuestas inciertas, que nadie puede comprobar. Pensar el presente, luchar el presente, disfrutar el presente, sufrirlo, es la verdadera vida. El resto, como el trino del ruiseñor que se pierde en el viento, sólo adorna nuestro existir.