Una pequeña critica a la fantasía,
que suelo hacer,
es su inevitable
falta de realismo.
Parece contradictorio,
es cierto,
pero esas utopías
tienen tan alto grado
de esperanza en algo imposible
que están obligadas a fracasar,
inevitablemente.
También están los problemas
de todos los días,
la absurda monotonía
de vivir encerrados
en un bucle de reiteraciones.
Es entonces cuando,
al acostarme,
doy gracias que nadie escuche
mi pequeña crítica
y me dedico a soñar.