Me miraste a los ojos
sin conocerme
e ingresaste en mi vida
sin pedir permiso.
Leíste gran parte de mi obra
y me idolatraste.
Suavemente me empujaste
a un cielo construido
con tus palabras.
Sedujiste mi mente
para asegurarte
que nunca te dejaría.
Me robaste cada uno
de mis pensamientos
e intentaste colarte
dentro de mis sueños.
Una vez que lo lograste,
comenzaste a transformarte
en mi utopía.
Y como todo aquello
que es una quimera,
un día desapareciste
para siempre
sin dejar rastros.