Está allí,
entre nosotros
pero no lo podemos
ver ni tocar.
Es algo que está
más allá de nuestro alcance,
pero también somos nosotros.
Nos sumerge en sus redes
y nos ahoga despacio.
Caer es la regla,
difícil desobedecerla
sin pagar un alto precio.
Tal vez sea
el sabor de la cicuta
en la boca de Sócrates.
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