Los versos se caen
de las manos que son capaces
de invocar los pensamientos
y casi siempre son para una estrella.
O para una rosa,
algunos tenemos
debilidades estilísticas
e intereses que nos eclipsan,
Pero a veces
la realidad se traga las palabras
y los hechos,
ese viento de la vida,
nos derrumban el castillo de cartas.
Entonces se cumple
la profecía de Borges
y aquellos elegíos a rasgos y detalles
se vuelven penosas elegías.
¿Qué verdad nos espera
detrás de cada día
o a la vuelta de cada minuto?
¿Qué sueño guiará
nuestros futuros pasos?
¿Qué labios robarán
nuestras sonrisas
mañana cuando ya
no hayan lágrimas en las mejillas?
Uno solo es el que sabe,
pero a veces sus caminos
son inescrutables .