Antes del alba vislumbré,
entre sueños,
el paraíso
pero no era un lugar.
El autómata ya camina,
lento y hasta dubitativo,
pero avanza.
Exige de mí mucho tiempo y dedicación,
casi como una pareja
o un hijo pequeño.
No hace las cosas rápido
y no puedo abandonarlo
porque es un peligro.
Mi intención inicial
era delegarle tareas menores,
pero seguramente
tarde mucho en llegar a eso.
Pero hay algo en él
que me recuerda a mí,
todavía no lo distingo.
Al fin de cuentas,
mi fuego lo creó
y como tantas otras cosas
tiene algo que era mío
y ahora perdí.