Miré el cielo,
tal vez por última vez,
mientras la lluvia
despeja mi rostro.
Enfrente tenía a aquel
que había arrebatado mi vida,
quien había ocupado mi lugar.
El Autómata parecía derrotado,
vencido por la carga
del tiempo.
Sabe
tan bien como yo
que es el fin
de los dos.
No importará quién gane
ni quién pierda,
victoria o derrota.
Sin mí,
él ya no será nada.
Si gano,
pero no lo destruyo,
volverá al poder.
Cuántas son
las ironías del destino,
alguien nuevo deberá reinar
en el trono que se decidirá hoy.