Caminaba entre baldosas flojas
con una gran luna como joya
en una corona de cielo negro.
Poco tiempo antes
un pequeño palacio
se había derrumbado
ante sus ojos.
No era el primero,
eso estaba claro,
y seguro tampoco
sería el último.
Durante un instante su brillo
lo deslumbró
al igual que impresiona
la sonrisa de una mujer hermosa.
Pero nada de eso quedaba,
solo un lugar vacío,
un camino por recorrer
y un vago recuerdo.
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