Ella jugaba con mi curiosidad 
mientras pintaba su retrato 
sobre un lienzo de cristal.
Le gustaba montar una empalizada 
para ver qué arma de asedio 
usaría contra ella.
Pero yo estaba perdido 
en ese dilema 
que siempre me planteaban 
sus ojos grises.
El no saber 
si mis sentimientos 
eran una premonición 
o un recuerdo.
Del otro lado de la ventana 
una hoja se liberaba 
de su rama madre 
y se dejaba llevar por el viento.