No voy a negar
que en las noches de insomnio
mi mente a veces
se arrastra a vos.

Te imagino en el umbral,
al límite del abismo,
contemplándolo.

Quizá como dijo el filósofo,
el abismo también
te contemplaba a vos.

Pero solo es una ilusión,
porque hace años se cortaron
las cuerdas del violín,
que aún escucho.

No puedo negar tampoco
que en algún momento
creí entender lo que pensaste
esa última noche.

Quizá ese día en la ruta,
cuando con Mendé comprendimos
que la vida era una farsa
y que no existía el ayer o el mañana.

Aunque la verdad es que no
y posiblemente busque entenderte
hasta mi último suspiro.

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