El tiempo tiene esa perversa habilidad
de transmutar los recuerdos
y vendernos como oro
lo que en su momento fue plomo.
Muchas veces disfruta de recorrer
el mausoleo de nuestros recuerdos
y sacar de contexto algún pequeño detalle
para contarnos una historia diferente.
Los secretos de la alquimia
no se encuentran
en los libros de Fulcanelli,
ni de ningún otro.
Solo tenemos que esperar para caer,
como tantos otros antes que nosotros,
en esa protociencia oculta en nuestra memoria.
¿Cuánto de lo que digo es nuevo?
¿Cuánto de lo que digo viene de una recuerdo amargo?
Olvidé el momento en el que podía responderlo.