Una roca del espacio 
marcó para siempre 
nuestros destinos 
y sin embargo hoy 
no vemos ninguna cicatriz.
¿Cuántos meteoritos 
pasaron por nuestro cielo 
y cambiaron el curso 
de nuestras vidas?
Se extienden 
como largas sombras 
esas palabras de despedida 
que nos entregaron al desconsuelo.
Luego pasó, 
porque el dolor es un dique 
que con el tiempo rebalsa.
Y nuevas plantas 
cubrieron las cenizas 
y la erosión llenó 
de arena las costas.
A fuerza de sonrisas 
cubriste las lágrimas 
y el sufrimiento cedió.
Se pueblan 
irremediables 
tus llanuras 
y es imposible 
ignorarlo.
Esa historia termina ahí 
y es feliz y colorín colorado.
Pero acá quedan 
superficies áridas 
y tormentas.
Paisajes lunares,
desérticos y
cubiertos de deformidades.
Y una vista perfecta 
hacia un paraíso 
al que ya no se pertenece.