Hay dos mujeres
que marcan la vida
de todo hombre
sin que pueda darse cuenta.
La primera es Irene,
la imposible
y simplemente reconocible.
No es inalcanzable,
pero está idealizada
y nunca derrotaremos
a nuestros ídolos.
No nos amó,
o tal vez sí
hace tiempo,
pero somos
cosa de su pasado.
La segunda puede ser
que nunca la reconozcamos,
pero está allí
para nosotros.
Es Olivia,
la servicial,
la dulce,
la que nos ama
desde que tiene memoria
y no lo dice.
Pero su amor es anónimo
y no busca recompensas
ni trofeos.
Ambas serán un imposible,
un “pudo haber sido”
y eso lo tendrán
siempre en común.