Se seca el último pétalo de la rosa
en esa agónica batalla perdida
con el tiempo y el viento.
Creció tímida
entre susurros de mi boca
que alentaban al pimpollo.
Floreció sin competencia
y brilló bajo el sol
durante muchas tardes sin nubes.
Pero como todas,
después de llegar a su máximo punto
comenzó a secarse
inevitable y sin paciencia.
Decir que el relato es verídico
sería mentir sin piedad.
Porque evita dar detalles
sobre el principio de la rosa
o suaviza como una elegía
su crecimiento.
Casi nunca nadie aclara
que las rosas
pese a ser hermosas
suelen estar llenas de espinas.
Ni que su cuidado
demanda esfuerzos sobrehumanos
más allá de lo racional.
Tampoco dicen
que el suelo nunca
tiene los suficientes nutrientes
o la humedad adecuada,
por lo que hay que estar siempre pendientes,
Y las rosas o La Rosa, van ocupando
cada uno de los espacios de tu vida
hasta que ya no es tu vida.
Pese a todo,
¿cómo volver a cultivar otras flores
cuando se ha tenido una rosa?