La brisa arrebata
del trébol los pétalos
y la suerte parece
intentar el escarnio.
Si en algún punto
deje de ser zar de mi destino
y las noches se alargaron
ella tuvo éxito.
Se acumularán entonces
los días de esperas innecesarias
pues los dados se tiran
una vez y para siempre.
Pero seguiré esperando
ese azar que convierta
el siete sobre la mesa
en un número amistoso.
La vida es elegir,
elegir es sacrificar
y sacrificar es tener siempre
el “qué tal si…”
en la punta de la lengua.