Me has dicho que
la distancia que nos separa
no se mide en metros
ni en kilómetros.
Esa duda existencialista
y fría que acompaña
y discurre entre nosotros
es ahora la carga
que llevamos en la espalda.
Luces y espejos,
marco y reflejo
del momento complejo
que a veces se debe enfrentar
para luego callar.
¿Y ahora, después del final?
Solo me queda el silencio,
epílogo de la historia
o prólogo de lo que está por venir.
Es el problema de la esperanza,
prolongará los sufrimientos
hasta que nos quedemos sin vida,
el precio último de todo.
La poesía,
si reflexiva,
siempre tiene algo
de tenebrosa y desesperanzada.
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