Hay un par de ventanas
que cierran paso a mis sueños.
Son tus parpados, los tiranos.
Pero ya nada importa,
tan sólo esos momentos
en que dos no existía
y éramos uno.
En mis soledades descubrí
las puertas a mí mismo
y en los dolores una profundidad
que la felicidad no conoce.
Tantas personas nos marcan durante la vida
y sus huellas son para nosotros
como la corriente de agua dulce a la roca
que humildemente descansa en la cuenca de un río.
El destino de mis palabras ya no tiene sentido,
puede ser para ti o para otra persona,
con el tiempo uno olvida,
en los límites de la memoria,
quién es el acreedor y quién el deudor.
Sé, eso es claro,
que en algún momento quise a alguien,
que odie,
que tuve amigos,
que perdí
y gane.
Al final de cuentas, eso es la vida.
Una larga carrera con un final conocido,
dónde lo importante no es durar mucho tiempo,
sino hacer valer el tiempo que tenemos.