Has perdido un pétalo, Rosa, y es esa imperfección la que culmina el esplendor de tu forma. Le dijiste basta a la belleza extrema, a lo utópico, a las sombras de tu ventana, basta a la cruel lluvia de domingo por la mañana, adiós luna y cielo, chau estrellas, hasta nunca señor sol.
Tu mancillada estela, hoy no rima, pero no importa porque estás harta de poetas y escritores, músicos y compositores. Te ha cansado el amor y sus sombras en tu ventana, la arrogancia pérfida del artista. Te molesta el sonar de los motores de vehículos incómodos para escribir sobre una rosa que se flagela y hiere.
No habrá Edén ni paraíso terrenal, tampoco lo tendré yo ni la niña que me mira con mirada inquisidora, y dos faroles azules que encandilan. Suspicaz planta, tu también sueñas con algo que no podrás tener.
Hiciste bien, amiga flor, pues ya nadie intentará conservarte.
Huir de la batalla