Hacer un regalo

No es sencillo hacer un regalo. No hablo de regalar cualquier cosa, hablo de hacer un regalo como se debe. Para llevar a cabo esta cruzada, a veces utópica, es necesario tener en cuenta algunas cuestiones.
Primero es esencial saber escuchar. Siempre hablamos del regalo como algo importante, para quedar bien y que la persona que lo recibe nos recuerde a la hora de verlo o usarlo. Si usted no tiene ninguna de las intenciones anteriores deje de leer este tutorial. Reitero la importancia de escuchar. Uno puede enterarse de muchas cosas si escucha. A veces las personas hacen un pequeño bosquejo de sí mismas cuando hablan.
Es importante observar. Los colores nos dicen qué siente una persona. Cómo se viste, cómo camina, la forma de mover sus manos. Estos gestos y gustos gritan. Una vez hecho esto, lleva tiempo, no es de un día para otro, ya podemos hacernos una imagen mental más o menos digna de esa persona.
El siguiente paso es intentar pensar como ella. Mirar por sus ojos, sentir por sus manos, escuchar por sus oídos. Interpretar el mundo desde su lugar. Cuidado. No olvidarse de uno mismo. A esta altura el regalo ya está en un cincuenta por ciento de su concreción. Estando en el lugar del otro hay que pensar qué es lo que le gustaría recibir.
Cuando la cosa, material o inmaterial, está visualizada debe recorrer el camino inverso y dejar de ser el otro para volver a ser usted. Cuidado. A veces la realidad propia parece cruel en comparación, no se preocupe, generalmente en comparación todas las vidas son más sencillas que la propia. Una vez en su lugar, piense que le gustaría regalarle y compárelo con el resultado de la experiencia de transfiguración. Busqué un punto medio entre ambos y cómprelo o hágalo. Quizá se pregunte el porqué de la indicación anterior.
Un regalo es más que algo deseado. Es una demostración de afecto, de interés. Cuando uno regala algo de manera premeditada no regala solo la cosa, regala tiempo, regala amor, regala una parte de sí. A cambio no se va solo con un “gracias”, un abrazo o un beso, que no es poco, se va con una parte del otro, con su forma de pensar y sentir, su manera de ver el mundo, puedes llevarte una forma totalmente distinta de ver y entender tu propia realidad. Cuando un regalo está bien hecho, ambos, quien lo ofrenda y quien lo recibe deben, al menos, decir gracias.
Queda a consideración del lector reflexionar sobre el regalo que es la vida que nos permite regalar.