Son las sombras de tu sueño el consuelo, la calma. Todas las tempestades se apaciguan y sólo hay paz. Víspera insostenible de tormento, neutralizada por la tranquilidad de tu mente. Cuesta levantarse a la mañana para volver a comenzar. Las hilachas de un paraíso se escapan lentamente, a la velocidad que la gélida sensación del agua en el rostro nos espabila y distrae.
De nuevo los números, las penas, los desamores, las presiones, la muerte, o sea la vida. Tibio procurar del mediodía añorar la noche fría, en cuanto te reencuentres con ese otro mundo, universo, del cual eres Adán, Dios y la Serpiente. No hay más desierto que tu propio cielo. La congoja de despertar de una pesadilla, no se debe a ésta sino a no haber soñado algo hermoso.
Lamentarse en el desayuno, de tostadas con miel, tan terrible y dolorosa pérdida, situación que te acerca al final. El infierno no es, como todos creen, el sufrimiento sino que es conocer una vez el Edén y no poder volver. A comparación, después, todo es el infierno, todo es el Hades.
Puede que difiera con ustedes al interpretar, pero quien no aprovecha el descanso para soñar, desperdicia el tiempo puesto que mucho vamos transcurrir acostados, más allá incluso del final de los días.

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