En tu intempestiva mirada
hay algo que me mira y me miente.
Me dice unas cuentas verdades,
pero estoy seguro que alguna
no lo es, aunque no sé cuál.
Me dice que no necesito espadas
fuera de mis versos.
Que el mundo posee
un lugar recóndito
que es capaz de darme paz
y está allí para mí.
Me murmura que soy capaz
de alcanzar el paraíso,
aunque sea por un instante.
Tu mirada me obliga
a creer que no todo está perdido.
Que detrás de todo hecho
hay una decisión superior que la guía.
Que nunca hay nada vano.
Me dice que la felicidad
no sólo es común sino que nos persigue,
intransigentemente,
para que sucumbamos ante sus encantos.
Tu mirada me observa y me cuenta verdades,
pero yo ya no le creo
y estoy seguro que al menos
una vez me ha mentido.