Nada dura eternamente,
con el tiempo todo se terminará.
Es algo que necesariamente
hay que aceptar.
Pero hay un lugar
donde somos dioses todopoderosos,
dentro de nuestra imaginación.
Allí
todo lo que no elegimos
es posible,
cada uno de esos caminos
que no tomamos.
Entonces aparece
todo aquello que no fuimos
frente a nosotros.
Esos caminos que no tomamos,
y pudimos tomar.
Esas tardes que dormimos,
en las cuales debimos actuar.
Ese libro que no leímos,
porque nos daba pereza.
El poema que no escribimos
y la canción que no cantamos.
Aparece ese beso
que no robamos.
También,
como una quimera,
dentro de nuestro sueño
aparece ese otro sueño
que no soñamos
y que quizá nos defina.
Todas son acciones
que no existieron
y no perdimos,
pero igual duele pensarlas.
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