Llevo tres marcas en el cuerpo
que son el resultado de tus labios
y una que no se puede ver
que es el resultado del choque
de nuestros corazones.
Las cicatrices no siempre
tienen que ser mal vistas
o heridas incurables.
También puede ser trofeos
que nos enseñan a superarnos
o que nos recuerdan una dificultad vivida.
Un error cometido.
Las heridas, eso sí,
no pueden ser nunca
un espejo para mirarse.
Las heridas son
un libro de historia,
un recuerdo,
algo que quedó atrás.
Porque si esas huellas
son lo que definen tu presente,
tu presente será la huella.
Y no importarán
las canciones rimbombantes
ni las promesas de futuro.
Se disuelven nuestras vidas
en la clepsidra
y fluyen en el río del tiempo,
en la incertidumbre.
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