La lluvia te acaricia la piel
en algún lugar distante,
mientras aquí no llueve.
Pero esas gotas
también tocaron
mi piel en el pasado
y lo volverán a hacer.
Las nubes son
el prólogo de nuestro
reencuentro diferido.
Su tacto en tu piel
es mi tacto
y su aroma en el suelo
es tu aroma.
Aunque nuestro encuentro
sea separado por el tiempo
y la geografía,
es un encuentro.
Incluso,
tal vez,
los dos miremos al cielo
y enjuaguemos nuestras lágrimas.
Serán entonces
el aditamento
de nuestra próxima cita.