La ausencia del dique


Mi dedo se desliza suave,
pidiendo permiso,
por su delgado
y largo cuello.
Cada tanto algún cabello
interrumpe el descenso
y me genera un gran pesar.
Pero rápidamente su perfume
me vuelve a seducir
a un trance tranquilo,
hipnótico.
Me cuesta llegar al hombro,
porque cada milímetro,
cada poro,
es un recuerdo.
Hay un lunar que es igual
a la cruz en el mapa,
coordenadas de un tesoro.
Dicen que el tiempo
es como un río.
Cómo me gustaría
tener un dique.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *