Una gota se desliza
por una tecla
que estaba por presionar
y se escapa como el tiempo
de la clepsidra rota.
Me pierdo
en un conflictivo laberinto
de pensamientos,
que muchas veces se resume
en largas enumeraciones
de sencillos nombres.
Entiendo en un instante
que soy un cazador
entre las sombras,
aguardando que aparezca el monstruo.
Pero también soy el monstruo
que espera agazapado
en las tinieblas,
para devorar a su víctima.
¿Ella mencionó
mi nombre en sueños?
O, quizá, mi anhelo
se proyectó
en sonidos informes.
La transpiración de la botella
ya se escapó de mi visión,
esperaré que el calor la evapore
y se una a un sinfín de lágrimas.