Los mapas existen, al menos, desde hace 5.000 años. El mapa periodístico es una manera de responder una o más de las 5+2 preguntas elementales (qué, quién, cuándo, dónde, cómo, más el por qué y para qué).
No está de más recordar que es uno de los elementos más comunes para visualizar información, periodística o no.
Claramente: el dónde es la más evidente de las respuestas a representar. Pero también sirve para quién (cuando se necesita identificar países responsables de algo), cómo (si se representa algún acontecimiento) y varios ejemplos más.
Gracias al acceso de nuevas herramientas (como CARTO), el mapa es una de las formas más fáciles de representan información. Sobre todo durante la última década y en particular desde el ’10.
A mí, por ejemplo, me gustan mucho los mapas y ni hablar del mapa periodístico en sí. Está claro que jugar al T.E.G. o al RISK deja marcas en el inconsciente (?)
Las mentiras
Pero, todo no puede ser bonito. Hay algo que es necesario tener en cuenta: todos los mapas mienten.
Miremos el siguiente ejemplo, que data de 1940 de una revista llamada Facts in Review, que se encargaba de la propaganda nazi.
A la izquierda se puede ver la Alemania de Hitler y a la derecha Inglaterra y un cuarto del mundo.
El mapa se pregunta quién es el agresor, porque está claro que Inglaterra conquistó más que Alemania.
¿Se nota la falacia en el mapa? ¿No? ¿Sí? Está claro que al elegir un mapa nazi de propaganda uno tiene que estar predispuesto a buscar la manipulación, pero si no lo están y se dejaron engañar: están en problemas.
El mapa intenta dejar a Alemania, el país que metía gente en hornos, como un animal indefenso, como una ardilla, frente al tigre inglés.
Es un mapa mentiroso. No porque Inglaterra no tuviera el “control”, en ese momento, del 26 % del mundo, sino porque hay datos que se están ignorando: las economías, los costos militares, la relación entre esos territorios, los derechos de sus habitantes, etc.
Vayamos a otro caso, ahora más contemporáneo, de The Guardian.
En el mapa se comparan diversas catástrofes naturales (hasta ahí bien), pero se considera solo el territorio afectado.
O sea, que el daño hecho en el desierto de Australia es peor que en las pobres regiones rurales y muy pobladas de Pakistán.
El mapa periodístico
En la introducción a los mapas periodísticos realizada por Alberto Cairo (de la que los ejemplos anteriores forman parte) se rescata la frase “No solo es fácil mentir con los mapas, es esencial”, del libro How to Lie With Maps, de Mark Monmonier.
El motivo es sencillo, porque “las fuentes de las distorsiones inevitables en cualquier mapa son, al mismo tiempo, sus rasgos esenciales: escala, proyección y simbolización”.
Ahora bien, ¿qué aprendimos hasta acá de los mapas?
-Que existen hace mucho.
-Que todos mienten, al mejor estilo House.
¿Y de los mapas periodísticos?
-Que son útiles para responder las preguntas elementales.
-Y que si no se aclara que mienten, no son mapas sino dibujos. Por ejemplo: aclarando la escala.
¿Y cómo resolvemos que mientan?
Está claro que si uno es consciente de que el mapa encierra una mentira y lo publica igual, está cometiendo una falta clara a la ética periodística.
No es lo mismo la “mentirita” de que el mapa no es más que una representación. Y a su vez compensar esa “falla” con una escala para representar más o menos lo que sucede. Que mentir obviando datos, como pasa a veces con las estadísticas.
El mapa periodístico, como cualquier artículo, no solo se tiene que ver bonito sino que necesita un contenido y un contexto.
Más adelante exploraremos cómo usar herramientas en historias o cómo construir una historia desde un mapa. Porque los puntos en un plano también son información.
¿Ustedes qué opinan?