Se desvanecía el día
en cada suspiro
y con él se iban las ideas
y todos los sueños.

En momentos como ese,
un trozo de papel
se convierte en una puerta
para crear un nuevo mundo
o destruirlo.

Ella miraba
como siempre
por la ventana
mientras la lluvia
le cegaba la garganta.

Pero esa noche
las palabras no acudieron,
esa noche las sombras reinaron.

-¿Te rendiste así nomás?
¿Sin siquiera pelear?-,
preguntó algo sorprendido.

Negué con la cabeza,
sonreí con suavidad,
le sostuve la mirada
y le expliqué que la acción
vence a las palabras.

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