Ilión fue, pero Ilión perdura en el hexámetro que la plañe. J. L. B.
La melodía que sale
de una radio
o incluso de una boca
nos recuerda
que perdimos el paraíso.
Evoca
cada uno de esos momentos
que deben ser recordados
y festejados,
pero que ya no están.
Esa primera flor,
que puede tener tantas formas
y que a veces se funde en chocolate.
El beso fugitivo,
que nos asalta una noche
y nos quedamos admirados
por la inseguridad que vivimos.
Esa moneda en el suelo
que ya decidió su destino,
pero que aún puede decidir el tuyo.
Ese rostro de ojos sobresalientes
como un 10 en un examen difícil,
que se ven a la distancia
en un boliche.
Tú aroma a flores
y a cierto mineral del Brasil,
que es capaz de salvarme
del desconsuelo.
Siempre los poemas
sobre los buenos recuerdos
los lamentarán
y serán una elegía.
Pero sabremos,
en esa profunda complicidad
con Quien nos ama,
que los paraísos existen.
Nadie puede buscar algo
si no sabe,
o se imagina,
su existencia.