No alcanzan
para conformar al hambriento
las migajas de pan
de las mesas ricas.
No alcanzan
un par de gotas
para saciar al sediento.
No es suficiente
saber que la culpa
no es propia,
sino que hay
otras cosas detrás
que no se pueden controlar.
Cuando el amor se inmola
a alguno se llevará consigo
y cavará la fosa
en un segundo.
Luego vendrán los consuelos
para el velado
que se observa de lejos.
Se dirán palabras
que no necesariamente son ciertas
para apaciguar el dolor.
Una vela mantendrá
la vigilia
y la esperanza
de una resurrección final.
Gotas de cera
formarán un río congelado,
que avanzará lento
pero constante.
Hasta aquel día
en que la mecha
ya no tenga
qué consumir.