Es un goteo interminable
el de los días sin luces
en túneles vedados a la vista.
Hay sueños sanos
en las mentes inocentes
y en los ojos esperanzados
por el porvenir.
La tristeza nubla a aquellos
cuyas huellas figuran,
aunque tenues,
en ese camino que es la vida.
Los legados de los hombres se borrarán
como el trazo de un lápiz en el papel,
sin importar el garabato o la sentencia.
No nos quedará nada más que
alguna lejana certeza de otro destino,
pero de eso no se trata nuestro mundo.
Solo somos un momento tras otro
que se van acumulando
en el fondo del patio
de nuestros cuerpos.
Un último suspiro que inspirará
el plañir de algunos
y los versos de otros.
Estoy seguro que en el final,
añorar el pasado no será revivir
deterioradas victorias
ni besos en el portal
de algún palacio
sino la desesperación
de intentar recuperar
el tiempo que ya no va a volver.