Fuiste en el principio
el planteo de una duda
que atrapó mi curiosidad.
Es evidente y conocido,
que ante tal estímulo,
no soy capaz de resistirme
y me vi obligado a prestarte
demasiada atención.
Pero con el pasar de los días,
y de un par de lunas,
los otrora tan atractivos
enigmas de tu ser
se desvirtuaron
lentamente.
Tus caprichos
se toparon con los míos
y ellos están desde antes
de tu existencia.
En el final,
que estás desnuda de los adornos
que mi imaginación te otorgó,
veo que lo que quiero
vive sólo en mi mente.