Musas y música interaccionan
en la creación
o reciclado
de ideas que luego
se llamarán poemas.
Nunca me gustaron las rimas,
aunque a veces se me exigen,
porque siento que se sacrifica
el qué por el cómo.
En el principio,
las lecturas me desbordaron
y me vi en la obligación
de liberarme del peso escribiendo.
Luego,
conocí los amores
que el mundo es capaz de ofrecer
y sus des-ilusiones
que hunden en lo profundo
de esos abismos
que sólo el alma puede aportar.
Allí nacieron
algunos versos bellos,
porque en bellas personas
se han inspirado.
Después apareció la voz propia
y esos mensajes
que siempre me circundan.
Una rosa,
el beso en la noche fría
o la ironía filosófica
de creer en la nada más que en el todo.
Cerca del final,
me sobrevuela más el agobio
que la libertad
antes de sentarme a escribir,
pero es algo que hace mucho
no soy capaz de controlar.
Tal vez este sea el último,
ojalá que no.
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