El sobre yacía vacío
sobre una mesa
de belleza extravagante,
el clima era bueno,
Dios no sabía lo que ocurría.
Las funestas noticias
se trasladaron del papel
a los ojos
con movimientos rítmicos,
de izquierda a derecha.
Algo se movía en el estomago,
quizá porque no había comido nada,
pero no poseía certezas.
Lejos,
como a veinte kilómetros,
la tierra se fusionaba con el cielo
y mi mundo se terminaba.
Cerca,
los pesimismos no tenían sentido.
Mejor esperar siempre el sol,
preparado para la tormenta.
Tags: .

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Relacionadas

¿Sabemos cómo “piensa una IA”? La verdad es que no…
Productividad 2.0: meté IA en tu rutina y ganá horas de vida
La IA en el Congreso, qué pasa con Chrome, alucinaciones y más
Códigos que confunden, el nuevo rey del video y profesiones en riesgo
¿Perderemos nuestra capacidad de asombro?
TerapIA, hermosa mañana y el video no frena
Último Cada tanto, mejores resultados e imágenes más bonitas