El ejercito vencedor marcha
con la cabeza en alto
y exhibe su gloria con orgullo
frente a los derrotados.
La otra facción, se exilia,
o se convierte en prisionero
si al menos salvó su vida.
Pero a veces,
algún general decide no combatir,
retirándose a sus cuarteles de inviernos
esperando una mejor posición.
También pasa cada día,
a veces perdemos
las pequeñas guerras cotidianas
con una mujer
o dos
y somos humillados
en público o en privado.
Otras veces,
nos enfrentamos al campo de batalla
y comprendemos que ese combate
está perdido
o no es nuestro.
En esas situaciones,
aquellos que son prudentes,
se retiran a sus cuarteles de inviernos
y esperan por otra primavera,
que siempre llega.