Dulce muchacha
que escuchas música
y posas de espalda.
Tanto me gustaría conocerte.
Hay quienes dicen
que hasta que no se elige
todo es posible,
pero es un sacrilegio acercarme
y el paso del tiempo
transforma tu imagen en utopía.
Una sola sonrisa,
una mirada incitante,
una palabra de cortesía,
mataría por esos dones.
Pero no me atrevo
y tú nunca te das vuelta.