Emperatriz de
un imperio olvidado
y reina de
muchos de mis sueños.
Estás coronada
por tus decenas de éxitos,
tus virtudes y tus amistades.
Te volviste inalcanzable
y como a otros antes,
me expulsaste cruelmente
de tu vida.
Las distancias
se miden por tiempo
y nosotros no nos volvimos a ver.
Un desierto de
miradas y llamadas
colmó nuestras vidas.
Pero todo pasa,
sanadas las heridas están,
hay dos o tres cartas
sin entregar.
Espero que en la
inquebrantable seguridad
de tu mundo encuentres este libro.
Espero que entre
los garabatos de este poema,
me vislumbres,
para comenzar a recordarme.