Los versos que no escribiré son el preludio de una eterna despedida. No hay lágrimas en mis ojos, pero de cualquier modo lloverá con el cielo despejado. Tiempos bucólicos me esperan y deseo que la naturaleza, en su infinita nobleza, no me aparte de su seno.
Eterna algarabía me ofrenda esta soledad encontrada, que sin más alternativa me obliga a retomar el camino de la poesía. Perdida elegía de un moderno sentimiento. He de pensar un instante las antiguas palabras de los maestros del arte. Tal vez no todo se ha perdido, lo que no quita que sienta un gran vacío. Inconmensurable será la imagen que se plasme en el papel, pues aunque mi memoria falle, eso no le ocurrirá a él. Y vivirás por siempre, como el retrato de un recuerdo; bajo un cielo sin nubes, en donde, sin embargo, diluvia estrepitosamente.

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